Pan para hoy, hambre para mañana
En la vida, muchas cuestiones pueden reducirse a una sola pregunta, una dicotomía. ¿Elegimos el corto plazo o el largo plazo? Me explico.
En política es muy fácil poner un ejemplo. Algunos de los gobiernos que hemos tenido en este país han gobernado pensando en el corto plazo, con vistas a poner parches y sacar suficientes votos para mantenerse en el poder. Pocos (o ninguno) se han atrevido a abordar cuestiones en el largo plazo, como el cambio climático, la educación o el modelo socio-económico que queremos tener en 10 años. Pero no hace falta irse tan lejos para ver como el corto plazo gobierna nuestras vidas. Imagínate que estás en el súper a punto de pagar cuando tu hija de 3 años te trae una bolsa de chucherías. Le dices amablemente que no, y ella, que hoy ha tenido un día duro de extraescolares empieza a llorar y patalear como si no hubiera un mañana. Te enciendes, tus mejillas se ruborizan, observas que la gente empieza a mirarte y, por si esto fuera poco, te toca pagar. Deberíamos analizar en profundidad la situación ya que hay múltiples factores implicados, pero hay dos cosas claras, 1) cualquier madre/padre se ha visto en esta situación en algún momento y 2) alguna vez hemos cedido ante la presión (o la vergüenza).
Como este podríamos relatar muchos ejemplos en los que cedemos ante nuestr@s hij@s para evitar una situación que nos genera malestar. Pero tal vez lo que deberíamos preguntarnos es, ¿qué estamos propiciando en el largo plazo? Permitidme que os de la solución porque la veo cada día en consulta: un@s pequeñ@s tiran@s. Es cierto, dándoles lo que nos exigen en ese momento evitamos una situación altamente aversiva (recordar la cara de circunstancias del cajero y de la señora mayor que no saben dónde mirar mientras vuestra hija tiene un berrinche), pero no es menos cierto que les estamos reforzando la conducta de berrinche ante cualquier situación en la que no puedan salirse con la suya. Y creerme si os digo, que la próxima será aún más escandalosa, como aquella vez que os formó el cirio a la entrada del cole porque no la dejabais entrar juguetes en la clase. Ya ni os cuento si encima intentamos resolver estos episodios con una torta o gritando, mostrándoles que perder los nervios o la violencia son la forma en que mama/papa resuelven conflictos.
No es nada fácil educar y mantener la calma en el día a día con nuestr@s hij@s, pero si lo intentamos e invertimos el tiempo para poder llevarlo a cabo, en el largo plazo tendremos hijos emocionalmente competentes. En el próximo artículo os daré consejos prácticos para llevarlo a cabo.
Seamos el ejemplo de nuestras hijas e hijos. Seamos el cambio que queremos ver en el mundo.
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