El respeto a la intimidad

El primer contacto que suelen tener los/as niños/as con la idea de intimidad es cuando se sienten excluidos de la relación que mantienen sus padres entre ellos dos. Es en ese momento cuando el niño se da cuenta de que sus padres tienen una relación al margen de él en la que no se le permite participar y que requiere un espacio propio, separado del que comparten con su hijo.

Al principio, el niño se resiste a aceptar esta realidad, intentando por todos los medios a su alcance inmiscuirse en la relación de sus padres. Paulatinamente, se resigna a la idea de que sus padres no son solo para él y comienza a respetar la intimidad de la pareja.

Más tarde el/la niño/a exige también el respeto de su propio espacio. Por ejemplo, no quiere que su madre o su padre entre al baño cuando se está duchando; pide que lo dejen vestirse solo; se encierra con los amigos en su habitación para jugar en privado; etc.

Según las costumbres de cada familia, se irán perfilando unas reglas no escritas acerca de lo que está permitido o prohibido en cada casa. Como, por ejemplo, las siguientes:

  • Si el baño está ocupado, hay que pedir permiso para entrar.
  • No se entra en los dormitorios sin llamar a la puerta.
  • Cada uno debe dormir en su cama salvo excepciones puntuales.

Estas normas, entre otras, no necesariamente se mencionan explícitamente, pero es importante que existan y que los padres tengan un comportamiento coherente con las mismas.

Óscar Arán
Psicólogo Especialista en Terapia Psicomotriz

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