Durante los últimos años, hemos observado una mayor comprensión y conciencia sobre el Trastorno del Espectro Autista en la edad adulta. La creciente demanda por parte de la sociedad, la necesidad de mejora en los diagnósticos del neurodesarrollo, así como el aumento de herramientas de detección y los avances en la investigación; nos permiten actualmente poder dar soporte a un mayor número de personas y realizar diagnósticos en adolescentes y adultos.

Actualmente, no es raro encontrarnos con personas adultas que han sido diagnosticadas de autismo. El acceso libre a la información, las redes sociales, la concienciación en salud mental, etc., ha hecho que muchas personas lleguen a las consultas sintiéndose identificadas con sintomatología autista. Es habitual encontrarse con personas que su principal sensación es sentir que no “encajan” en ningún sitio y que presentan muchas dificultades para mantener relaciones sociales satisfactorias.

Pero, ¿cuáles son las características más frecuentes del autismo en adultos?

Es importante tener en cuenta que, cuando hablamos de espectro autista, nos referimos a una gran variedad de manifestaciones. No existe una persona autista igual a otra, por lo tanto, no todas tendrán las mismas características ni sintomatología. También es importante considerar que, cuando un adulto viene a consulta en busca de un diagnóstico o con una sospecha, probablemente lleve muchos años con dificultades, pero también lleve muchos años aprendiendo estrategias para poder afrontar su día a día e ir adaptándose a todas las adversidades con las que se va encontrando.

A continuación, describimos algunas de las características que pueden presentar los adolescentes y adultos que acuden a consulta:

1. Dificultades en la comunicación e interacción social:

Muchas personas pueden presentar dificultades a la hora de mantener conversaciones fluidas con los demás, no mostrando una iniciativa en las interacciones, no saben cómo interactuar con las demás personas y acaban aislándose del entorno social. Debido a estas dificultades, pueden presentar un gran desafío a la hora de conocer personas nuevas y establecer relaciones sociales. A menudo les cuesta entender las normas sociales, las intenciones de los otros, las expresiones faciales y las reglas no verbales de la comunicación.

2. Patrones de comportamiento:

Pueden presentar intereses intensos por determinados temas o actividades, que pueden durar mucho tiempo o ir variando. Es común que necesiten hacer las cosas de una manera específica, teniendo que realizar algunas actividades de una forma determinada y presentando dificultad para cambiar la forma de hacerlo. También es frecuente encontrarse con personas que presentan hipersensibilidad a algunos sonidos, luces, texturas u olores, llegando en ocasiones a provocar gran malestar e interferencia en su día a día.

3. Gestión emocional:

Gestionar y controlar las emociones puede llegar a ser un gran desafío para las personas autistas. Hemos de tener presente la dificultad inicial que presentan algunas personas para comprender los estados emocionales de los otros, para comprender cómo se sienten y para identificar las emociones en los otros. De forma paralela, también presentan dificultades para identificar y comprender sus propias emociones, lo que dificulta poder compartir emociones, sentimientos o pensamientos que no saben identificar.

4. Dificultades en el empleo y en el día a día:

Muchas personas que se encuentran en edad laboral pueden presentar dificultades a la hora de encontrar un trabajo, ya que la planificación y organización que requiere el mundo laboral puede resultar un gran desafío. Muchos trabajos requieren flexibilidad, trabajo en equipo y tener desarrolladas habilidades sociales. Todo esto, junto a las dificultades anteriormente mencionadas, puede hacer que obtener y mantener un trabajo sea todo un reto y cause un gran desgaste emocional.

Es fundamental entender que no todas las personas autistas presentan las mismas características en la adultez. Por ello, es necesario acudir a un profesional de la salud mental para detectar si un adolescente o adulto con rasgos autistas puede presentar un Trastorno del Espectro Autista y así ofrecer una intervención adecuada e individualizada.