¿Qué es eso de la terapia psicomotriz?

A menudo algunos padres nos hacen esta pregunta cuando les recomendamos este tipo de tratamiento para su hijo. Existe confusión y una concepción errónea alrededor de esta cuestión precisamente porque a nivel escolar se lleva a cabo una psicomotricidad denominada educativa desde una óptica próxima a la prevención y que, por tanto, persigue unos objetivos distintos que nada tienen que ver con el planteamiento de la terapia psicomotriz individual o en grupo, que, como su nombre indica, se da en un escenario y en un contexto terapéutico y persigue unos objetivos muy específicos en cada caso y muy alejados de la práctica psicomotriz a nivel escolar.

La terapia psicomotriz nos permite comprender y dar un sentido al mundo interior del niño a través de sus acciones, su juego y la forma de relacionarse con los otros y con el entorno. Cuando trabajamos con niños tenemos que adaptarnos a sus necesidades y es por ello que el juego y el movimiento son los ejes vertebradores de nuestra intervención. De hecho, son precisamente los recursos que los niños utilizan para expresarse. A través de cómo se acercan y se vinculan con el otro, cómo se sitúan con respecto al grupo, qué tipo de relaciones significativas establecen, cuáles son los juegos, espacios y materiales que prefieren, cómo se comunican y con qué roles se identifican más son sólo algunos aspectos a partir de los cuales los niños manifiestan su deseo y su necesidad, pero también nos ayudan a dilucidar cuáles son sus conflictos y dificultades.

La psicomotricidad a nivel terapéutico es una herramienta que nos permite trabajar los conflictos psicológicos, las relaciones, el pensamiento, las emociones y el cuerpo siempre desde el concepto de la globalidad y teniendo en cuenta los diferentes componentes que configuran la identidad del niño: afectivo, cognitivo, conductual, social y motor. Es precisamente esta idea de globalidad lo que explica que a menudo nos encontremos con niños que presentan dificultades a nivel de lenguaje expresivo, pero pese a ello es prioritario un trabajo en este espacio justamente porque existe un bloqueo emocional que impide que puedan seguir progresando. También existen casos en los que los conflictos vinculados con el esquema corporal afectan a aspectos del lenguaje que tienen que ver con la comprensión. Por otra parte, se observa que los problemas de autoestima inciden directamente sobre la calidad de las relaciones sociales que establece el niño y es por ello que en estos casos conviene trabajar y fortalecer la relación que establece consigo mismo. Por tanto, el concepto de globalidad es sumamente importante.

El trabajo en la sala de psicomotricidad es un acompañamiento partiendo de las propias necesidades y capacidades del niño, de lo que sabe y puede hacer, ofreciéndole la posibilidad de descubrir y descubrirse, de potenciar su autonomía y de proporcionarle herramientas para que pueda regular su emociones para, en definitiva, mejorar la relación que establece con todos los elementos del mundo que le rodea.

Desiree Casimiro

Psicóloga especialista en Psicomotricidad

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