Síndrome de Asperger
Hace unas semanas hablábamos del Trastorno de Espectro Autista (TEA), así como, del amplio abanico de síntomas que pueden aparecer. Por esta razón existen distintos subtipos dentro de este trastorno. Hoy profundizaremos en uno de ellos, el Síndrome de Asperger.
El síndrome de Asperger se caracteriza por la aparición, no de un único síntoma aislado, sino un conjunto de éstos, relacionados entre sí. Pese a manifestarse de diferente forma en cada individuo, todos tienen en común las dificultades en la interacción social, así como la aparición de patrones estereotipados y restringidos de comportamiento, actividades e intereses. Al mismo tiempo, es importante destacar que no se observa un retraso clínicamente significativo en el desarrollo cognitivo. Por otro lado, es común en estos casos la aparición de preocupaciones intensas acerca de algún tema en concreto, alteraciones en la expresión oral, como el acento, los tonos y la entonación o cierto grado de torpeza física.
A continuación, mostraremos las principales características de este trastorno:
Interacción social:
Egocentrismo inusual, acompañado de una pobre preocupación por los demás.
Le cuesta identificar sus sentimientos y emociones, así como, de los demás.
Dificultad para entender el punto de vista de otras personas y sus intenciones.
Falta de empatía y poca sensibilidad hacia los demás.
A menudo, tiene dificultades al jugar con otros niños porque no entiende las reglas implícitas del juego. Quiere imponer sus propias reglas, y ganar siempre.
A estas personas les es muy difícil demostrar su interés hacia otra persona.
Relaciones sociales muy limitadas. En los niños o adolescentes se percibe torpeza en la interacción con sus iguales.
Intereses específicos:
Intereses e inquietudes muy restringidas.
Una rutina rígida, sistemática.
Lenguaje y discurso:
Presenta un lenguaje formal, pomposo o pedante, con dificultades para captar un significado que no sea literal.
Problemas de comunicación con los demás y poca preocupación por la respuesta del otro.
Falta de comunicación no verbal. Ausencia de contacto visual.
Hablar con una voz extraña, robótica o con un volumen inusual.
Falta de conocimiento de los límites y de las normas sociales. A menudo no comprende una crítica o un castigo. Le cuesta entender por qué debe comportarse de distintas formas, según una situación social.
Rituales:
Rutinas y rituales muy poco usuales, los cuales no pueden sufrir el menor cambio, pues esto provoca inmediatamente una ansiedad insoportable.
Desarrollo motor:
En algunas ocasiones se observa un retraso en el desarrollo motor y torpeza en la coordinación motriz.
Otros síntomas:
Sensibilidad inusual a estímulos sensoriales, como la luz, algunos sonidos o texturas.
Pero, ¿qué podemos hacer si detectamos algunas de estas características en nuestro hijo?
Con la observación por parte de la familia y la ayuda de un profesional cualificado, podemos detectarlo y diagnosticarlo de forma temprana. De esta manera, conseguiremos ayudar a que la persona se desarrolle plenamente. Por este motivo, resulta esencial la observación en su entorno social y su comportamiento. Es de vital importancia acudir a un especialista en el caso de que se detecten estos síntomas.
Psicóloga especialista en Educación
SÍGUENOS EN LAS REDES
ÚLTIMOS POST
Autonomía en adolescentes: clave para el desarrollo personal
Autonomía en adolescentes: clave para el desarrollo personal La adolescencia es una etapa de grandes cambios, tanto a nivel físico como emocional y social. Es el periodo en el que los chicos y [...]
Deja tu comentario