Psicología: Mindfulness para niños

Además de mejorar la atención y estimular la creatividad y la flexibilidad cognitiva, la práctica regular del Mindfulness ayuda a aumentar la conciencia y la autoregulación conductual y emocional, y promueve, también, el desarrollo de habilidades pro sociales como la empatía, la compasión o la paciencia. Los beneficios son diversos y pueden llegar a ser muy útiles, especialmente si se inicia la práctica regular de bien pequeños. Desarrollar hábitos de conciencia llena a través el juego, casi sin darse cuenta, les ayudará a mantener su ejercicio, y los beneficios consecuentes, en las diferentes etapas evolutivas. Hay muchas actividades que pueden ayudar a nuestros niños y niñas a ejercitarlo de una forma lúdica y amena. De todas ellas, hemos escogido las siguientes:
1. La rana

Las ranas acostumbran a quedarse quietas en una esquina, observando atentamente lo que pasa a su alrededor mientras su barriga se hincha y deshincha al ritmo de su respiración. Se trata de hacer como si fuésemos una rana, hinchando nuestra barriga y deshinchándola, mientras observamos atentamente nuestro entorno, los ruidos, las sensaciones de nuestro cuerpo… todo lo que está pasando en este preciso momento. Será más entretenido si, en acabar, le preguntamos qué es lo que ha notado, visto o sentido, y le explicamos cuál ha sido nuestra experiencia. Con esta actividad trabajamos la atención, la conciencia propioceptiva, la reflexividad, inhibición motriz y la memoria, con un clima de calma y contención.

2. Descubrir el silencio

En esta práctica podemos hacer servir cualquier instrumento musical. Se trata de producir un sonido y decirle al niño o niña que pique de manos en el preciso momento en el que haya acabado del todo y solo quede el silencio. Tendremos que estar muy atentos para ni picar de manos cuando todavía haya sonido, por muy flojo que sea. Con esta práctica ejercitamos la paciencia y la autoregulación conductual.

3. Somos exploradores

Consiste en observar atentamente el alrededor, la disposición de los objetos, sus colores, medidas, texturas… durante unos minutos. En acabar podemos pedirle al niño que cierre los ojos y preguntar cosas sobre esos objetos que ha observado, o bien cambiar sutilmente la disposición y decirle que en abrir los ojos trate de identificarlos. Es una actividad que mejora la atención y la memoria.

4. Viajeros espaciales

Se trata de imaginar que estamos en otro planeta y nos encontramos un objeto muy extraño. Este objeto puede ser una ciruela, un color, un trapo… cualquier cosa que encontremos en casa. El juego consiste en describir ese objeto, que nunca antes habíamos visto ya que forma parte de otro planeta, con todos los sentidos: ¿qué forma tiene? ¿Es suave o áspero? ¿Tiene algún olor? ¿Tiene algún sabor? ¿Para qué puede llegar a utilizarse? Con esta actividad trabajaremos la creatividad y la flexibilidad cognitiva, además de la atención.

5. Información meteorológica

Consiste en sentarse cómodamente, cerrar los ojos y observar con curiosidad qué tiempo hace allí dentro, en nuestro interior. Al niño o niña le ayudará que lo guiemos a través de nuestras preguntas: ¿qué tiempo hace? ¿Brilla el sol y sientes calma? ¿O se ha girado el viento y se están haciendo huracanes? ¿Hay nubes? ¿Está a punto de llover, quizás? Es posible que esta mañana hiciera viento y ahora haya salido el sol. Los estados anímicos también son un poco así. Sea como sea, ese es el tiempo que hay ahora mismo dentro de él. No es nada que se tenga que cambiar, variará por sí mismo en cualquier momento. Será de utilidad ayudar al niño a observarlo atentamente y a ponerle un nombre. Esta actividad favorece la introspección y la conciencia emocional.

Mireia Valera

Psicóloga General Sanitaria. Especialista en Psicopatología Clínica i Terapia de Tercera Generación

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