¿Mi hijo se interesa por descubrir su entorno? La integración sensorial
Si leísteis el artículo sobre los andadores, taca-taca o correpasillos para niños, ya os disteis cuenta que hablé un poco sobre este concepto. Se trata de la integración sensorial. La relación está en cómo aquello que tienen a su alrededor y el estado de su cuerpo (propiocepción) influyen en su respuesta motriz (del movimiento).
¿CÓMO DESCUBREN LOS NIÑOS? LA INFORMACIÓN DEL ENTORNO. Los órganos con los que reciben información sobre su entorno son los sentidos: vista, oído, olfato, gusto y tacto. Esta información recogida por los sentidos llega al cerebro, el cual se encarga de interpretarla, es decir, de saber qué información es esa. Podemos llamarlo información, sensación o estímulo. Además, el cerebro generará una respuesta adecuada hacia ese estímulo. En un niño sano estas respuestas están dentro del abanico de respuestas “esperables”; cuando hay algún tipo de patología que puede afectar este sistema de integración, la respuesta puede ser desmesurada o no adecuada.
PONGAMOS UN EJEMPLO: si le damos a un niño un trocito de limón, él lo cogerá y, movido por su interés, su motivación y sus instintos primarios se lo llevará a la boca sin saber qué es. En cuanto percibe el sabor del ácido cítrico del limón, el estímulo de acidez llega al cerebro. Y, evidentemente, esperamos una reacción por parte del niño ante ese estímulo tan ácido. Su respuesta puede ser la típica gesticulación de la cara ¡o incluso tirar el limón al suelo! Si el estímulo fuera algo agradable como un beso (en este caso, un estímulo captado por el sentido del tacto) la respuesta imaginamos que podría ser una sonrisa o unas palmadas, ajustándose a lo agradable que le haya resultado el estímulo. Vemos, por tanto, como ante un estímulo a nivel cerebral (en el sistema nervioso central) siempre suele seguir una respuesta.
En un niño sin ninguna patología asociada a la integración sensorial, vemos fácilmente el interés por descubrir su entorno, por nuevos estímulos, nuevos colores, nuevos ruidos, nuevos entornos que nunca haya visto, o incluso nuevos olores. Es importante el interés por descubrir y conocer. La motivación que ejerce su entorno le empujará a querer moverse, querer acercarse o alejarse, al movimiento voluntario. En los niños el desarrollo de su cuerpo va en conjunción al de su mente y sus emociones. Por tanto, este interés la hará evolucionar desde el punto de visto psicológico y motriz (del movimiento). De ahí la importancia de que aparezca la motivación, el interés, etc. Pero seguramente no todo les llama la atención, es normal que con algunos estímulos reaccionen con más agrado que con otros. O incluso que a algunos no les hagan ni caso.
Los niños con alguna limitación física pueden tener también interés por su entorno y por descubrir. Aunque por si solos no puedan explorar a causa de su limitación, debemos facilitarles esos estímulos que le interesan para que el sistema nervioso se nutra de estímulos con sus respectivas respuestas. Podríamos poner otro ejemplo, con los niños con déficit visual. En este caso habría que acercarles los estímulos mediante el resto de sentidos (oído, tacto, olfato y gusto) para que su sistema nervioso ejerza lo que llamamos plasticidad cerebral. Es decir, que optimice el resto de sentidos para percibir el máximo de estímulos externos. Si hubiera alguna patología que interfiriera en este sistema, podría pasar que el niño no tenga motivación o interés por aquello que sucede a su alrededor. Cada caso se tiene que valorar y estudiar para encontrar qué está frenando a este sistema de integración.
¿QUÉ PASA CON LA INFORMACIÓN SOBRE MI CUERPO? Es decir, la información que nos dice en qué posición o cómo se está moviendo nuestro cuerpo. Hablamos de la llamada “propiocepción”. Y no se trata del sentido del tacto, ya que se suele confundir. Se trata de receptores que tenemos por todo el cuerpo y que nos informan del estado de nuestros músculos, nuestras articulaciones, nuestros tendones, etc. Al igual que los sentidos (aunque los sentidos nos dan información de nuestro entorno), la información que nos dan estos receptores internos llega también al cerebro. Con esto, sabemos si la pierna doblada nos molesta, si necesito estirar las piernas después de unas horas sentado/a, etc. y por tanto, actuaremos al respecto con una determinada respuesta. ¿Los niños también sienten la información sobre su propio cuerpo? ¡Sí! Ya desde recién nacidos tienen percepción de su cuerpo, por eso lloran cuando, por ejemplo, están en una posición incómoda. A medida que su sistema nervioso va madurando, su propiocepción también. Cuando los niños empiezan a caminar vemos una marcha primaria, con poco control. El dominio de la propiocepción, entre otros factores, le hará tener más control sobre su cuerpo e ir perfeccionando sus movimientos.
Sandra Ferré
Fisioterapeuta. Especialista en fisioterapia pediátrica
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