Mi hijo/a se hace mayor…

En el púber resurge la curiosidad sexual, sobre todo generada por los cambios en su cuerpo y por el interés que empieza a manifestar en las relaciones entre chicos y chicas. No entienden bien lo que les está pasando, pero intuyen que es algo importante y les falta información para comprender la naturaleza de sus cambios físicos y emocionales.

Los púberes sienten el deseo de acercarse a la chica o el chico que los atrae, pero muchas veces lo que hacen es darle un empujón o molestarlo porque no saben cómo comunicarse de otra forma y se mueren de vergüenza de solo pensar en hablarle o proponerle hacer algo juntos. Los pocos acercamientos entre chicos y chicas ocurren cuando practican algún deporte en conjunto, cuando juegan al aire libre a la pita («pilla-pilla») o el escondite y en otros juegos de marcado tinte sexual como el de «la botella» o «el cuarto oscuro».

Los primeros besos suelen darse en el contexto del juego de la botella porque es mucho más fácil y no parece tan comprometido como si se hiciera sin la mediación del juego. En el juego del «cuarto oscuro», todos se encierran en una habitación oscura y se esconden excepto uno que espera fuera y cuando entra debe encontrar a los demás y «reconocerlos» a través del tacto sin encender la luz. Hay unas reglas que avalan y regulan el contacto físico, pueden tocarse unos a otros porque es necesario para ganar el juego.

Todos hemos jugado a estos u otros juegos parecidos y sabemos que son inocentes, que no deben ser prohibidos siempre que se respeten las normas del juego que regulan el contacto y que los niños que participan tengan más o menos la misma edad. IMPORTANTE!, este tipo de juegos no puede compartirse entre niños con una diferencia de edad muy significativa, pues la búsqueda de sensaciones y su finalidad no será la misma.

En la pubertad la masturbación cambia de sentido.Ya no es la mera exploración del cuerpo para conocerlo y experimentar sensaciones agradables como sucedía en el período de la primera infancia.

Ahora la masturbación está relacionada con fantasías de tipo sexual y hay una búsqueda consciente de placer. Los púberes saben que es un acto íntimo y se masturban en su habitación o en el cuarto de baño, evitando ser descubiertos.

Más allá de la opinión de los padres en cada caso, es importante saber que no hay ninguna prueba científica que avale la idea de que la masturbación podría ser perjudicial para el cuerpo o la mente del niño. Por el contrario, es una actividad natural que permite conocer el cuerpo y la respuesta sexual de cada uno, lo que contribuirá a mejorar las relaciones sexuales en el futuro.

Hacia el final de esta etapa algunos chicos y chicas tienen experiencias de exploración o masturbación con compañeros o amigos de su mismo sexo. En ocasiones se miran y comparan, a veces prueban a besarse o a acariciarse, se masturban juntos o incluso unos a otros. En principio no hay que alarmarse, es una experiencia inofensiva siempre y cuando se produzca entre personas de la misma edad y con el consentimiento de los participantes. Los padres podrían pensar que este tipo de experiencias predisponen o son la constatación de la homosexualidad de sus hijos, pero no es así, no tiene nada que ver con la posterior elección de compañero sexual sino que es una experiencia más de exploración y conocimiento.

Tener novio o novia a esta edad significa que el chico y la chica se gustan, cualquiera de los dos ha tomado la iniciativa para empezar la relación y ambos han aceptado «salir juntos». Pero salir con alguien no implica llamarlo por teléfono ni invitarlo a casa a jugar y mucho menos quedar para salir a algún lado. Salir con alguien ni siquiera implica tener que hablar con esa persona, a menos que compartan un grupo de amigos y se relacionen dentro del grupo como con cualquiera. Todos saben que son novios y ya está, no hay mucho más. A lo sumo se intercambian algún beso a escondidas, algún regalito o una carta o un poema de vez en cuando, siempre a través de un amigo que va y viene con los recados. Y esto a veces provoca situaciones muy divertidas en las cuales los «novios» no saben bien si siguen saliendo juntos o si ya se han dejado.

Hay niños extravertidos y otros más introvertidos o reservados, pero lo más normal a esta edad es que los niños aún no estén tan cerrados a la comunicación con sus padres como puede suceder durante la adolescencia, por eso cuentan con naturalidad si les gusta alguien o si hay alguna parejita de novios en clase. La comunicación seguirá por este camino si los padres aceptan los comentarios sin exagerar ni preocuparse demasiado pero dándole a los hechos la importancia que se merecen.

Los niños perciben en seguida si lo que comentan en casa es aceptado con naturalidad o resulta conflictivo para los padres. Dejan de contar a la familia sus vivencias y sentimientos si sienten que sus padres no aprueban del todo su conducta.

Los padres deben enseñar a sus hijos a respetar los sentimientos de los demás pero también a reconocer los suyos y a reflexionar sobre ellos. A esta edad todo es muy confuso y a veces los niños no saben bien si actúan de acuerdo a lo que sienten o si lo hacen por imposición de la situación.

Si los padres, ante una situación de este tipo, se limitan a dar su opinión de forma tajante, sin indagar un poco más para detectar los sentimientos del niño y las circunstancias reales de los hechos, el riesgo más grave sería el de cortar el canal de diálogo. El niño deja de hablar porque no hay lugar para lo que él piensa o siente; solamente es válido lo que piensan o sienten sus padres.

En general, los padres se asustan frente a la sexualidad de sus hijos púberes porque creen que son muy jóvenes aún para interesarse por el sexo opuesto, enamorarse y salir con alguien. La verdad es que los púberes se interesan por el sexo opuesto, se enamoran y salen con alguien, con o sin el consentimiento de los padres. Y lo hacen porque están en la edad de hacerlo. Tener «novio» a esta edad no significa nada de lo que haya que asustarse, es como un juego.

Nadie se asusta cuando la niña de 7 años acuna al bebé y le da de comer como si fuera su hijo. ¿Por qué asustarnos ahora? Esto también es un juego, un juego en el cual ensayan o practican para cuando tengan novio de verdad en la adolescencia. Ahora juegan a ser novios como antes jugaron a ser mamás y papás, doctores o profesores.

Cuando los padres desalientan o prohíben estos «noviazgos» de los púberes, están confundiendo los sentimientos románticos con las actividades sexuales. Los púberes experimentan sentimientos de tipo romántico: se enamoran y sienten atracción o interés por algún chico o alguna chica en especial, pero esto no implica ninguna actividad de tipo sexual como la entendemos con un criterio adulto. Otra cosa diferente es cuando los púberes salen con personas mayores, adolescentes o adultos, con los cuales hay una diferencia de edad significativa que implica una visión totalmente diferente de la sexualidad. Es una situación particularmente difícil que debe desalentarse sin lugar a dudas.

Óscar Arán
Psicólogo. Especialista en Psicomotricidad

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