La sexualidad en la etapa infantil
El período del desarrollo conocido como adolescencia, en general, sucede entre los 10 y los 12 años, pero, las edades son siempre aproximativas porque cada niño tiene su propio ritmo de crecimiento. No hay consenso acerca de la edad de inicio de la pubertad; se puede marcar el comienzo alrededor de los 10 años para las niñas y uno o dos años más tarde para los niños, pero ésta es la media de edad, de manera que algunos comenzarán los cambios corporales a los 8 o 9 y otros a los 14. La duración del proceso es variable, pero, desde los primeros cambios físicos hasta el logro de la función reproductora, suelen pasar más o menos cinco años.
Esta etapa se caracteriza por un resurgimiento del interés por la sexualidad
que durante la etapa anterior no aparecía o estaba algo más encubierto. En
este sentido, la pubertad se parece un poco a la etapa que describimos entre
los 3 y 5 años ya que ahora los niños también quieren investigar el cuerpo
humano y saber más cosas sobre las relaciones entre hombres y mujeres, con la diferencia de que les cuesta un poco más preguntar; ahora les da más
vergüenza o no saben bien a quién dirigir sus interrogantes. Paradójicamente, aunque tienen acceso a mucha información a través de los medios de comunicación, carecen de conceptos básicos acerca del funcionamiento del aparato reproductor y la sexualidad, lo que evidencia una deficitaria educación sexual en las etapas anteriores. Aparentemente no les resulta fácil hablar con los adultos de los temas sexuales y se quedan con ideas erróneas o repiten palabras que escuchan pero de las que ignoran su significado.
Si los padres están dispuestos a acompañar a sus hijos púberes en el trayecto hacia la adolescencia, primero deben conocerlos, saber cuáles son los cambios que experimentan, cómo piensan a esta edad, cuáles son sus intereses y cómo se manifiesta la sexualidad en esta etapa. La responsable de estos cambios es una pequeña glándula situada en la base del cerebro llamada hipófisis. En el caso de los chicos, la hipófisis actúa sobre los testículos haciendo que éstos segreguen testosterona, que es la hormona sexual masculina. Generalmente el primer cambio de los niños es el crecimiento de los órganos genitales: aumenta el tamaño de los testículos, se oscurece la piel del escroto y se agranda el pene. Alrededor de los 13 años comienza la producción de esperma y son frecuentes las poluciones nocturnas, es decir, la emisión de semen durante el sueño. Las erecciones, aunque ya se producían en etapas anteriores, ahora son más frecuentes, fuertes y duraderas. Al mismo tiempo aparece el vello en el pubis y las axilas, se endurece y se hace más espeso el vello de la cara y de otras partes del cuerpo como, por ejemplo, brazos y piernas. Aumenta la fuerza muscular y se ensanchan los hombros y el tórax.
El cuerpo suda más y ahora comienza a tener un olor diferente, más fuerte.
Por último se produce en el púber el cambio de la voz, que pasará de la voz
infantil a una voz más grave, propia del hombre adulto en el curso de la primera adolescencia. En esta etapa de transición a la adultez, aproximadamente la mitad de los chicos presentan ginecomastia, es decir, un desarrollo de tejido mamario en uno o ambos lados del pecho, que en la mayoría de los casos desaparece en el curso del año siguiente. Si este aumento del pecho no desaparece o se da fuera de la etapa puberal-adolescente, se debe consultar con el médico para descartar un proceso de tipo patológico.
Es importante aclarar que no hay un patrón fijo en cuanto a la edad de comienzo, la duración y el orden de aparición de los cambios de la pubertad. Cada niño se desarrolla con un ritmo propio que puede ser totalmente diferente al de otros niños y estar dentro de la normalidad. Sin embargo, hay algunos parámetros que indican si la pubertad es demasiado precoz o tardía.
Es difícil el proceso de desprenderse del cuerpo infantil para darle la bienvenida al cuerpo adolescente si negamos los cambios o los valoramos negativamente. Lo más aconsejable es tratar estos temas con la mayor naturalidad posible, hablar en familia evitando exageraciones y secretismo.
Es importante acompañar a nuestro hijo en este proceso de cambio y darle toda la información necesaria sin ocultamientos pero adecuando siempre la información a la edad y a la madurez de cada niño.
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