Juego libre, el gran olvidado

Si os dijera que existe una aplicación, totalmente gratuita, que ayudará a vuestros hijos a desarrollar habilidades y destrezas tales como la negociación, la resolución de conflictos, la toma de decisiones, la aceptación… ¿Os la descargaríais?

¡Estáis de suerte! No, no se trata concretamente de una aplicación, sino que es aún mucho más natural y más fácil de conseguir, estamos hablando del juego libre.

Estudios recientes relacionan directamente la disminución del juego libre con el aumento de los problemas de salud mental infantil, sobre todo referente a la ansiedad y la depresión. ¿A qué se debe esa aparente relación?

El simple hecho de decidir de forma libre y espontánea con quién, dónde, cuándo y a qué jugar nos permite adquirir unas destrezas específicas. En el mismo proceso de elegir un juego junto con otros niños nos vemos obligados a negociar, aceptar otras ideas, pactar con los otros, tomar decisiones, resolver los posibles conflictos que puedan surgir… Además, también nos permite equivocarnos, aprender del error y sacar conclusiones y aprendizajes por uno mismo mejorando a su vez la confianza en nosotros, ¿no es increíble?

No se trata de poner en duda los beneficios que nos han dado las nuevas tecnologías, ya que estos también son numerosos, sino de darnos cuenta de que estamos dejando atrás valiosos recursos para el desarrollo integral del niño y de su autonomía.

Tal y como dijo José Ramón Ubieto, en un reciente artículo de La Vanguardia: “El juego es el instrumento que tienen los niños para interpretar la realidad, para entender cómo funciona la vida y para explicarlo todo, y si se pauta, codifica y vigila mucho, si les decimos qué han de hacer en cada momento, se les quitan herramientas para que luego puedan inventar respuestas con sus propios recursos a las situaciones vitales que se le presenten”. No puedo estar más de acuerdo.

Ahora que empieza el curso es habitual que muchos de los niños empiecen también con alguna actividad extraescolar. Eso no es malo, pero no nos damos cuenta de que existen recursos a nuestro alcance igual o más beneficiosos para el niño que todas esas clases pautadas y dirigidas.

¿Qué conclusión podemos sacar de todo ello? Hay que fomentar el juego libre, aquel que está al lado opuesto del dirigido o estructurado. Hay que dejar espacios al niño donde sea él el que decida a qué jugar, cómo, con quién y dónde. Tenemos que dejar que sea él el que establezca las reglas y elija los materiales sin la intervención del adulto. Es importante en este punto remarcar la diferencia entre juego y entretenimiento: el juego exige mucho por parte del niño, éste tiene que estar activo y la creatividad es fundamental para llevarlo a cabo. En cambio, el entretenimiento pone al niño en un papel secundario, además de que éste está muy estructurado (televisión, videojuegos, aplicaciones…).

El juego en la etapa infantil es una vía de aprendizaje. Cuando somos niños el juego es un elemento fundamental para construir nuestra propia identidad y subjetividad. A través del juego aprendemos a relacionarnos con los demás y con el mundo que nos rodea.

Facilitar el juego libre contribuirá a construir una personalidad sólida, basada en la autoestima y en la capacidad de llevar a cabo actividades y resolver conflictos de manera autónoma y resolutiva.

Edna Rius

Psicóloga y neuropsicóloga

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