Esquema corporal y psicomotricidad
El concepto de esquema corporal abarca la totalidad de la persona, es la representación mental que tenemos sobre nuestro propio cuerpo, partes, movimientos, limitaciones… en relación al medio, estando en situación estática o dinámica. Este concepto ha sido descrito por varios autores, las definiciones convergen en que es el conocimiento de nuestro cuerpo creado por las vivencias que éste ha tenido, ya sea expresado en palabras, como impresiones sensoriales, relación con el medio, relaciones reciprocas, etc.
Tasset (1987) define el esquema corporal como la toma de conciencia de la existencia de diferentes partes del cuerpo recíprocas que se establecen, en situación estática y de movimiento, y de su evolución en relación con el mundo externo.
Dicho de otro modo, es la representación más o menos precisa, que se consigue desde la progresiva concienciación de sus segmentos, a partir de diversas sensaciones recibidas mediante la relación y comunicación con los demás y con el entorno.
Para la elaboración del esquema corporal se consideran diferentes etapas progresivas desde el nacimiento hasta los 11-12 años de edad. Según Ajuriaguerra (1979) distingue tres etapas en relación con la evolución y formación del esquema corporal:
Etapa del cuerpo vivido (de 0 a 3 años). No existe diferencia entre lo afectivo y lo cognitivo. Hacia los 3 años el niño ha sido capaz de conquistar el esqueleto de un “yo” a través de la relación con el adulto y de su experiencia global. Se dan dos procesos fundamentales para la maduración del niño: la marcha y el lenguaje.
Etapa del cuerpo percibido (de 3 a 7 años). Esta etapa se caracteriza por la discriminación perceptiva; de forma progresiva el esquema corporal va consiguiendo una orientación al tiempo que se afirma la lateralidad. Hacia el final de la etapa el niño es capaz de dirigir su atención sobre la totalidad y sobre los segmentos de su cuerpo.
Etapa del cuerpo representado (de 7 a 12 años). El niño consigue la representación mental de su cuerpo en movimiento, permitiéndole una mayor conciencia de su motricidad. Domina su cuerpo y dispone de una gran independencia de sus acciones.
La importancia de una correcta asimilación del esquema corporal queda confirmada. Un esquema corporal borroso o mal estructurado implica deficiencias en la relación sujeto-medio; deficiencias que pueden traducirse en los planos:
En el plano de la percepción. Se puede decir que el propio cuerpo es la referencia de la percepción; su estabilidad es la base sobre la que se funda la relación con el mundo. La ajustada evolución del esquema corporal reviste particular interés para el niño, ya que de esta evolución dependerán sus posibilidades de orientación, las que a su vez gravitarán sobre capacidades de mejora en los aprendizajes escolares.
En el plano motor. Una falta de reestructuración del esquema corporal trae consigo una defectuosa coordinación y una torpeza motora. Esto es debido a que el niño sin una buena organización de su esquema corporal es incapaz de organizar su vida motriz; que el niño que padece una perturbación en su esquema corporal y, por tanto, no ejercer pleno control de su cuerpo, presentará, y en proporción a dicha falta de control, defectos de coordinación o una disociación de los gestos, así como también una particular lentitud para organizar la acción, indicio de su falta de disponibilidad motriz.
En el plano afectivo. La noción del esquema corporal se rige también por los estados emocionales del pequeño y como consecuencia de sus experiencias vividas. No es difícil comprender como un niño con desajustes en su esquema corporal y, como consecuencia, fallo de un buen desarrollo perceptivo y coordinativo, podrá tener dificultades para relacionarse, falta de autoestima, inseguridad, etc.
Para el correcto desarrollo del esquema corporal nos decantaríamos hacia una intervención psicomotriz centrada en el conocimiento del yo, puesto que es una injerencia útil para ayudar a conocer su propio cuerpo el de los demás y el mundo dónde se desenvuelven.
Entendemos por intervención psicomotriz la aplicación práctica de las técnicas y recursos que benefician el desarrollo y la estructuración de las potencialidades del individuo de manera global. El principal elemento identificador de la psicomotricidad se refiere a la interacción existente entre la actividad psíquica y la función motriz.
La psicomotricidad como tratamiento busca conectar las sensaciones corporales con la emoción vivida, a través del cuerpo, busca conectar dichas sensaciones con la vivencia relacional y las emociones. A partir de ellas el niño va adquiriendo conciencia de sí mismo, conocimiento y control de su cuerpo y consiguiendo un mejor ajuste de sus intenciones motrices a las condiciones del entorno.
Psicóloga. Especialista en Psicomotricidad
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