Depresión infantil: ¿los/as niños/as también se deprimen?

Todo el mundo ha oído hablar de la depresión, hoy en día es muy común tener un conocido que ha tenido o tiene depresión o, incluso, haber tenido depresión en algún momento de nuestras vidas. Pero ¿Y los niños/as? ¿Os habéis preguntado alguna vez si ellos/as también tienen depresión? La respuesta es sí y hoy os quiero explicar cómo es la depresión infantil y qué podemos hacer como padres para detectarla y para ayudar a nuestros hijos.

Cada vez es más frecuente encontrarnos en las consultas de salud mental con niños/as y adolescentes con sintomatología depresiva.

¿Qué es la depresión?

Se trata del trastorno del ánimo más prevalente en niños/as y adolescentes, cerca del 2-5% de la población infantojuvenil tiene depresión, aumentando estos datos con la edad, siendo más frecuente en niñas y estableciéndose una relación con el suicidio, sobre todo en los adolescentes. También es importante que tengamos en cuenta que las manifestaciones cambian en función de la etapa evolutiva.

¿Cuáles son los síntomas de la depresión?

Los más comunes son los siguientes:

  • Síntomas anímicos
    • Tristeza o sentimientos de vacío.
    • Disminución de las emociones positivas.
    • Irritabilidad, es muy frecuente que esta sustituya o acompañe a la tristeza.
    • Dificultades para identificar emociones y para llorar.
    • Nerviosismo y/o ansiedad.
  • Síntomas físicos
    • Inquietud y/o agitación.
    • Problemas con el sueño y el apetito.
    • Quejas somáticas: dolor abdominal, tensión y dolor muscular, dolor de cabeza, náuseas, vómitos…
  • Síntomas motivacionales y conductuales
    • Pérdida de interés hacia lo que le rodea y dificultad para disfrutar de actividades lúdicas.
    • Falta de energía.
    • Reproches: en la edad infantil podemos observar un sentimiento de culpa elevado a través de autodesvalorizaciones.
  • Síntomas cognitivos
    • Afectación de las capacidades cognitivas que implican una dificultad en llevar a cabo sus tareas diarias, lo que puede provocar una reducción del rendimiento en la escuela.
    • Dificultad en la concentración.
    • Olvidos y despistes frecuentes.
    • Pérdida de autoestima: autodesprecio.
    • Falta de confianza, de autoestima y sentimientos de inferioridad.
    • Ideas y/o intentos autolíticos y comportamientos autolesivos como arañarse.

Es muy importante poder identificar estos síntomas, dado que en muchas ocasiones pueden confundirse con problemas conductuales y/o con rabietas del menor. Hemos de tener en cuenta que muchos niños no son capaces de expresar verbalmente lo qué sienten o lo qué les pasan, los menores no suelen quejarse, ya que no saben lo que les pasa y en múltiples ocasiones las manifestaciones que observamos los adultos son conductuales.

¿Qué podemos hacer para ayudar en la depresión infantil?

Si creemos que nuestro hijo/a puede presentar sintomatología depresiva lo más importante es ponernos en manos de un/a especialista en salud mental infantil, que pueda ayudar tanto al menor como a la familia a hacer frente a la situación y realizar un tratamiento eficaz y de forma temprana. También es muy importante la participación de la escuela en el proceso terapéutico, el colegio es el segundo lugar donde el menor pasa más tiempo y es uno de los grandes pilares de los niños/as.

A continuación, os damos algunas ideas y pautas para que podáis manejar y afrontar desde casa la depresión infantil:

  • Decirle lo que hace bien con el objetivo de mejorar la imagen negativa que tiene sobre sí mismo.
  • Normalizar la depresión. No esconder lo que siente y poder hablar en casa de cómo se siente cada miembro es muy importante para que no se sienta diferente y entienda que es un proceso que pasará y que les pasa a muchas personas.
  • Utilizar un lenguaje positivo para evitar sentimientos de culpabilidad por cosas que no dependen de él/ella.
  • Establecer y mantener unas rutinas que le proporcionen seguridad.
  • Aumentar su motivación organizando actividades que les resulten gratificantes.
  • Dedicarles tiempo y compartir actividades con ellos.
  • Mostrarle cariño e intentar que se sienta en un entorno seguro y comprendido/a.
  • No invalidar sus emociones y sentimientos.
  • Ayudarle a reconocer y expresar sus emociones con el objetivo de afrontar mejor sus emociones negativas

Es muy importante tener en cuenta que cada niño/a tiene su propia forma de ser y de sentir y los cambios les afectan a todos de una forma diferente. Por ello, como personas adultas, debemos estar pendientes de si ha cambiado su estado de ánimo y comportamiento para intentar ayudarle de una forma efectiva y lo más temprano posible.

Tamara López
Psicóloga General Sanitaria, especialista en Neuropsicología

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