Todos queremos que nuestros hijos e hijas crezcan como personas sanas, seguras, responsables y capaces de valerse por ellas mismas. No obstante, la autonomía y la responsabilidad no aparecen de la noche a la mañana, sino que requieren de todo un proceso de aprendizaje. Queremos que nuestros niños y niñas lleguen a la adolescencia siendo personas maduras y responsables, pero para ello hay que ir sembrando el camino previamente. A veces, con la mejor de las intenciones, pensamos que son “demasiado pequeños” como para tener responsabilidades y que “ya lo aprenderán”. Sin embargo, esta creencia es errónea y suele ir acompañada de la sobreprotección y la asunción de tareas que son perfectamente capaces de realizar por su cuenta. El sentido de la responsabilidad se puede y se debe ir aprendiendo, poco a poco desde edades muy tempranas. Así, no sólo reforzamos su autoestima y seguridad, también les estamos preparando poco a poco para las diferentes etapas de su crecimiento. De lo contrario, llega un momento en que las circunstancias les piden que vuelen solos, que piensen por ellos mismos, que sean autónomos, que tomen decisiones y asuman compromisos y, de repente, se ven sobrepasados porque, hasta entonces, se lo hemos hecho todo. OJO, esto no quiere decir que les podamos pedir cualquier cosa, hay que tener en cuenta su edad y el momento del desarrollo en el que se encuentran.

Para fomentar la autonomía de nuestros hijos debemos:

Asignar responsabilidades teniendo en cuenta el momento del desarrollo en el que se encuentran. La cuestión no es sobrecargarlos con tareas, sino que, poco a poco, vayan adquiriendo autonomía con pequeños pasos adaptados a sus capacidades. Para promover su independencia, debemos evitar hacérselo todo y delegar en ellos labores que puedan realizar por su cuenta. Al final de este artículo encontraréis ejemplos de hábitos de autonomía personal en diferentes áreas que niños y niñas son capaces de llevar a cabo según su edad.

Establecer rutinas claras y predecibles que les ayuden a cumplir con sus responsabilidades. Los niños, aunque a veces no nos lo parezca, necesitan orden y una estructura clara. Los adultos sabemos qué se espera de nosotros en cada situación, pero los más pequeños, están en proceso de aprendizaje y debemos enseñarles cuándo una conducta es adecuada y cuándo no. Muchas veces buscan los “límites de seguridad” para entender qué, cómo y cuándo pueden hacer determinadas acciones. En este sentido, los límites, además de establecerse, deben cumplirse para fortalecer la asociación entre acto y consecuencia. Ser firmes no es nada malo, siempre que lo seamos desde el cariño y la amabilidad. Además, aparte de brindarles seguridad y fortalecer su autoestima, también juega a favor de un buen clima familiar, puesto que cada uno asume sus responsabilidades.

Abrir canales de comunicación. Como cualquier nuevo aprendizaje, requiere de tiempo y debe ser progresivo. No podemos pretender que el primer día lo hagan todo bien y no necesiten ninguna ayuda. Todos tenemos nuestros días mejores y peores, y puede que aparezcan regresiones en este proceso. Por ello, debemos mantenernos accesibles a ellos, que sepan que, si lo necesitan, pueden contar con nosotros y pedir ayuda. Para ello es importante que haya una buena comunicación dentro de la familia.

Es fundamental motivarles en la asunción y aprendizaje de responsabilidades, pues debe ser algo positivo y estimulante para los niños y niñas, en lugar de una tarea tediosa. A los niños, igual que a los adultos, les gusta sentirse importantes y valorados, hagámosles saber que su granito de arena también cuenta y es necesario para el buen funcionamiento familiar.

¿Qué son capaces de hacer nuestros hijos e hijas en diferentes edades? Algunos ejemplos:

Gisela Solé