¿Cómo actuar ante los sentimientos de frustración de mis hijos/as?

En ocasiones, los adultos nos encontramos con pocas herramientas para manejar los momentos de frustración o explosiones emocionales de nuestros hijos. La frustración o enfado puede venir dada por los siguientes motivos:

  • Impotencia, ya que no consigue lo que desea. Cualquier persona, tenga la edad que tenga, siente frustración cuando no consigue lo que quiere o que las cosas salgan como uno quiere.
  • Inseguridad cuando el niño quiere hacer algo, pero no se atreve. La falta de confianza en uno mismo o la baja autoestima pueden ser el motivo que desencadene el enfado del niño en un momento determinado.
  • Dificultad para expresar los sentimientos. Los niños están estrechamente conectados con sus emociones y la capacidad de razonamiento se va adquiriendo con el tiempo, ya que se trata de aspecto madurativo a nivel neurológico. En estos casos, es sumamente importante ofrecer al niño un buen acompañamiento orientado a regular su impulsividad desde la presencia, no desde el razonamiento lógico.
  • Aburrimiento. Los niños están acostumbrados a que los adultos satisfagamos sus necesidades. En este sentido, piensan que debemos hacer lo mismo cuando están aburridos y, si no lo conseguimos, se enfadan.
  • Cansancio: especialmente en los más pequeños, si el niño no ha descansado lo suficiente o, por el motivo que sea, se ha visto interrumpida su rutina, puede mostrarse más irascible. En este sentido, una rutina y unos hábitos saludables es la base de una buena calidad de vida.

¿Pero cómo actuamos cuando se da el enfado o la frustración?

A veces, presenciamos explosiones emocionales en los niños; incluso nuestra mente no llega a comprender el motivo por el que ha sucedido eso. Es normal, a veces no podemos interpretar al milímetro lo que ha sucedido pero sí que podemos saber cómo actuar.

En primer lugar, y como substrato de nuestra conducta, debemos tener presente que, como adulto, no debemos contribuir a que esa emoción extrema que siente (sea ira, enfado, tristeza…) no aumente en su intensidad; para ello, es importante:

  • No dejarse arrastrar por su emoción. Es decir, no contagiarse emocionalmente del sentimiento que está sintiendo el niño.

Ante tal desbordamiento emocional, necesitan un lugar o territorio seguro donde esa emoción que siente sea contenida. Y ahí estamos nosotros, los adultos o padres; solo con nuestra presencia y corporalidad y por el rol que desarrollamos como adultos y padres (referentes para ellos). Es importante que, en este momento, dejemos de lado la moral de si lo que ha hecho está bien, está mal o ya se le había avisado. Esta reflexión debe llegar más tarde para que sea efectiva.

  • Cambiar el tono de voz. Tratar de mantener un tono de voz estable, sin variaciones. Esto le ofrece seguridad y calma.

Como si fuésemos un “robot”, que no se contagia ni demuestra nuestra emoción. Nos olvidamos de los moralismos y nos centramos y priorizamos en ser un continente que contiene emocionalmente y está disponible para el niño. Con esto, nos mostramos como una figura de seguridad y referente, de la que pueden aprender cómo manejar una de las materias más complicadas de la vida: la gestión de emociones.

  • Mantener un lenguaje no verbal neutro. Que las expresiones tanto corporales como gestos no reflejen su emoción. Si puede ser, mantener el contacto visual. Eso ofrece seguridad y lugar estable donde pueden apoyar su desregulación emocional en alguien o algo que está regulado; por tanto, al entrar en contacto con ello les facilita acceder a disminución de la intensidad emocional.
  • No rebatir sus argumentos: Mientras tienen intensidad emocional elevada o expresan su enfado por no querer hacer lo que tocaría; es importante no rebatir sus argumentos, ya que en ese momento, los razonamientos no tienen el efecto que buscamos. Podemos estar en silencio y esperar a que haya expresado esa emoción (sin hacerse daño ni hacer daño a los demás).

Cuando la intensidad emocional baja, podemos actuar de la siguiente manera:

  • Validar sus emociones y la situación que lo ha causado. Por ejemplo: “Estás triste o enfadado porque pensabas que iríamos al parque y al final hemos tenido que ir a comprar, lo entiendo, es normal.”
  • Buscar una solución de manera conjunta. Invitarle a que reflexione sobre qué solución podemos buscar ante esta situación o hacerle una propuesta de solución y preguntar que le parece. A veces, la emocionalidad elevada característica en niños, les dificulta regular esa emoción y buscar una solución. Eso no significa que no se pueda empezar a estimular invitándoles a qué busquen alguna solución.

Cuando la intensidad de la emoción y conducta ha disminuido casi del todo; es el momento de la reflexión:

  • Reflexión VS. Sermón. A la hora de hacer esta reflexión debemos tener claro si la hacemos para que el niño se sienta culpable y mal o para aprender. En la primera, estaríamos hablando de chantaje emocional, pues no es de la mejor manera que se adquieren los aprendizajes si queremos que perduren en el tiempo. Si, por el contrario, queremos que aprenda de lo ocurrido, debemos explicarle al niño de manera clara y sencilla qué es lo que ha pasado y que es importante que tenga presente para situaciones venideras, ya que lo ocurrido no se puede modificar, pero si se puede aprender de ello.

La reflexión trata de hacer partícipe al niño de lo ocurrido y ayudarle a buscar las palabras indicadas o la interpretación objetiva de lo que ha pasado. Es importante, como adulto, que ayuda a la estructura y aprendizaje del niño a exponerle las instrucciones claras y concisas de lo que es válido o tocaba hacer. Es importante que comprendan la causa y la consecuencia de lo ocurrido en su conducta, no en como eso nos ha hecho sentir a nosotros, los adultos. Esto ayudará a qué el niño vaya cogiendo responsabilidad en sus actos y decidiendo de qué manera quiere actuar o comportarse.

RECORDATORIO: “Todos vivimos y aprendemos a base de prueba y error ante situaciones, comportamientos y experiencias de la vida. No hay edad que nos separe”.

Anaïs Martínez

Psicóloga. Especialista en Psicomotricidad

SÍGUENOS EN LAS REDES

ÚLTIMOS POST

RESERVAR CITA

Reserva ahora tu cita online para cualquiera de nuestros centros.