Ariadna Torreblanca entrevista a Anaïs Martínez, psicóloga especialista en Intervención y Terapia Psicomotriz
Seguro que alguna vez, todos hemos escuchado el término “Psicomotricidad”, ¿pero sabemos qué es exactamente? ¿Cuáles son los tipos de Intervención Psicomotriz que existen? ¿Para quién puede ser útil esta disciplina?
A continuación, Ariadna Torreblanca, psicóloga especialista en Psicomotricidad, entrevista a Anaïs Martínez, psicóloga especialista en Intervención y Terapia Psicomotriz, que tratará de aportarnos información al respecto.
– ¿Por qué elegiste esta especialidad?
Yo me gradué en Psicología y, en el último año del grado, la Universidad ofrecía la posibilidad de cursar la asignatura optativa de “Terapia Psicomotriz”. Hasta el momento, solo nos habían informado de lo que era la psicomotricidad dirigida, es decir, estimular áreas muy concretas como por ejemplo la coordinación ojo-mano, meter un hilo dentro de una aguja… Todo más mecánico.
Es cuando hago la optativa de psicomotricidad que me doy cuenta de que es una rama que integra la parte más emocional, el pensamiento y el movimiento.
Tú vienes de muchos años en los que aprendes a trabajar a nivel más psicológico-cognitivo, desde el pensamiento, y cuando descubres esta disciplina, encuentras que hay una alternativa que junta todos los aspectos. Lo emocional con lo sensorial y cómo influye eso al pensamiento. Yo creo que las personas funcionamos de este modo. De la emoción al pensamiento.
Me pareció muy interesante esta práctica para poder abordarlo en conjunto.
– ¿Para qué tipo de profesionales es adecuada esta formación? ¿Desde qué tipo de profesiones se suele acceder?
Desde Psicología, Magisterio, Educación Infantil o Primaria, Fisioterapia y Pedagogía. Generalmente, desde todas aquellas ramas que están relacionadas con la Educación, aunque puede acceder al Máster cualquier persona que esté interesada.
– ¿Qué cualidades crees que debería de tener un experto en Intervención Psicomotriz?
Una de las cualidades básicas es la de entender la infancia porque la Terapia Psicomotriz, aunque no es exclusiva de la infancia, sino que también aborda personas adultas y adult@s mayores, se suele enfocar más en los niños/as y el desarrollo evolutivo de estos/as.
Otra de las cualidades básicas es la de entender que las personas somos individuos en sí mismos, que tenemos diferencias individuales y que partimos desde un respeto y desde un “no juzgar”.
Todo el resto, que serían habilidades más que cualidades, se van adquiriendo con la formación. A nivel de revisión de ti mismo, tus propios miedos, tus propias limitaciones…
– ¿Cuánto hace que te formaste en psicomotricidad?
Hace dos años acabé la formación. De 2019 a 2021 me formé.
– En la formación de la Práctica Psicomotriz, se tienen en cuenta tres áreas importantes: la formación teórica, la formación práctica y la formación personal. ¿Qué podrías decir que te aportó cada una de ellas?
La teoría es muy importante porque te da un encuadre, tanto de la perspectiva de la infancia, de las técnicas, de las posibles interpretaciones que hay, de las etapas evolutivas…
Es muy importante tener esa base para luego aplicarla en la práctica. Porqué si haces práctica sin la teoría es como empezar la casa por el tejado porque no tienes un sustento donde apoyarte al observar en la sala de psicomotricidad.
La teoría de esta formación es muy interesante porque es muy concreta y muy funcional. Se ofrece clase un día a la semana, con un profesional en concreto que habla de una temática concreta entonces eso te permite especializarte muy bien en el tema que se está abordando.
A nivel de práctica también es muy interesante porque tenemos desde práctica grupal en grupo grande con niños, con personas adultas o con adultas mayores, a un grupo reducido que sería grupo de ayuda, el cual va más enfocado a trabajar las habilidades sociales, resolución de conflictos, tener en cuenta al otro, etc. Y, por último, también tenemos la práctica individual que es más terapéutica.
La práctica es muy necesaria. Te ayuda a ver todos los escenarios en los que te puedes encontrar y también a ser muy flexible, es decir, tú vienes de una teoría muy interesante, pero los formadores siempre dicen “una vez lleguéis a la sala, veréis vosotros mismos lo que hay y veréis como integráis vosotros esta teoría”.
La práctica es como un golpe de realidad, no solo de lo que te encuentras, sino también de poner a prueba tus habilidades como terapeuta. Gracias a eso, uno mismo puede revisarse y ajustar mejor su trabajo para cuando llegue el día en el que tengamos que enfrentarnos a la realidad.
La formación personal, que es la tercera vertiente del Máster, de alguna manera te pone a ti como el eje central de trabajo terapéutico para poder entender a los demás. Te permite trabajar en tus creencias, es decir, todo aquello que va formando parte de ti desde que naciste hasta la actualidad.
Una situación en la que nos podemos encontrar en nuestra práctica profesional es, por ejemplo, unos padres que le dejan mucho el móvil a su hijo. Si a ti como profesional, te coarta mucho esa idea, no vas a poder desarrollar bien tu trabajo, porque no estamos para juzgar, estamos para ayudar e ir modificando, lanzando propuestas que beneficiarán al niño o a la dinámica familiar que se haya establecido.
La formación personal te hace revisar tus propias creencias, ya que sino estás mezclando lo personal con lo profesional y eso hace que tu trabajo no sea lo suficientemente bueno. También te da el encuadre de respetar, no juzgar y estar abiertos a que otras personas pueden tener otra perspectiva de una misma situación. A su vez, te hace trabajar todo lo que sería la integración sensorial del propio cuerpo y de nuestras vivencias. Experimentas cómo se siente el contacto de la piel con un objeto blando, duro, con la mirada del otro o sin ella… Qué sensaciones te puede generar a ti y a la vez te ayuda a comprender un poco lo que pueden sentir los otros, no solo desde tu experiencia, ya que en la formación personal hay momentos en los que se comparte en conjunto con otros participantes la propia experiencia. Además de ser consciente de las sensaciones propias, escuchar a los demás también te da la oportunidad de ver de qué manera una misma situación puede ser vivida de maneras distintas.
Con la formación, también tienes la oportunidad de conocer tus miedos y observar cómo te relacionas tú con ellos para después poder comprender cómo se puede sentir un paciente con sus propios miedos. Te permite ser objetivo y poder conocer cuando en alguna sesión aparece algún miedo relacionado contigo y poder separarlo. Saber qué parte es tuya y qué parte es del paciente y, de este modo, no limitar al paciente a poder experimentar. Nuestro papel es poder dar respuesta a las necesidades que surgen y darles un significado sin que nuestras experiencias personales influyan en nuestro trabajo. La formación personal te prepara para todo eso.
– ¿Para quién está indicada este tipo de terapia?
Está indicada para todas las personas. Parece que al trabajar desde el juego o desde la expresión corporal, vaya dirigido a niños/ infancia, pero se puede trabajar adolescencia, adultos/as y también con personas mayores, ya que venimos de respetar a la persona en sí misma y el proceso evolutivo en el que se encuentra, no se infantiliza en ningún momento. Te intentas ajustar a la persona que tienes delante y a la etapa que está viviendo. No deja de ser una integración sensorial y cognitiva. Es algo que está presente en la vida de todas las personas en mayor o menor medida.
– Actualmente, te dedicas profesionalmente a la psicomotricidad. ¿Con qué tipo de pacientes trabajas? ¿Personas adultas? ¿Niños y niñas?
Actualmente trabajo con infancia. Trabajo desde los primeros meses de vida hasta los 9 o 10 años, aunque también trabajo con algún caso que presenta retraso madurativo, en el cual el paciente tiene 15 años cronológicamente hablando, pero evolutivamente es más inmaduro.
– ¿Cómo sueles trabajar en un caso? ¿Se hace terapia con el niño? ¿Se implica a las familias? ¿Al colegio?
Es un trabajo que implica varias áreas, y todas ellas son importantes. Sí, es importante decir que, al final, donde pasa más tiempo el niño/niña es en casa y en la escuela, entonces sí o sí, hay que abordar el caso teniendo en cuenta a la familia porque para nosotros los terapeutas, las familias o los profesores, son los coterapeutas. Son los que extienden toda aquella práctica o aquella pauta que tú has trabajado en sesión a su día a día, entonces es muy importante que los padres nos entiendan, poder comprenderlos también nosotros a ellos y que haya una buena comunicación. Hacemos un trabajo conjunto.
– ¿Qué implica para ti ejercer la Práctica Psicomotriz? ¿A nivel personal? ¿A nivel emocional? ¿A nivel profesional?
A nivel personal, para mí es muy importante. Le doy un lugar muy importante a la emoción y a las sensaciones ya que, desde mi punto de vista, las emociones son algo que no se ve pero está, entonces, cuando en sala consigo conectar con esas emociones sin usar prácticamente la palabra, me hace corroborar esa idea. Asimismo, me hace sentir muy bien, porqué por fin he encontrado una práctica que incluye la emoción como manera de entender y de movernos por el mundo. Me siento muy realizada.
Es una práctica que te permite mucha creatividad. Te permite trabajar con las familias de manera muy cercana, creando un espacio que, a veces, en nuestra vida diaria y con el ritmo frenético, no se dan. Para mí lo que sucede en la sala de psicomotricidad es magia.
A nivel emocional, pese a que tú sepas que tal vez ese niño no haya tenido un buen día, o esté agitado, enfadado, etc. Tú tienes que adaptarte a cómo viene él. Sin perder tus objetivos, pero ajustándote mucho a cómo viene.
Voy a la sesión sin expectativas, pero teniendo claros cuáles son mis objetivos. El ir sin estas, me hace ser muy flexible. De todas maneras, sí que hay situaciones que tocan mucho más. Situaciones que a lo mejor ha vivido el paciente y a ti te resuenan y te afectan por algún motivo. Conductas agresivas, gritos…
Te afecta en el momento, pero gracias al trabajo de formación personal que se hace en el Máster aprendes que te puedes revisar, a reflexionar cuando acaba la sesión acerca de lo que ha sucedido y cómo yo me he sentido. Además, en esta práctica, como en todas las relacionadas con el ámbito de la salud, si hay algún caso que te supera o que de momento te tienes que trabajar, siempre puedes hacer una derivación a otro profesional y dar una explicación al paciente o a la familia de éste porque, al final, somos profesionales, pero no dejamos de ser personas y aunque nos trabajemos y revisemos esto puede suceder.
A nivel profesional, tengo la suerte de poder dedicarme a lo que yo quiero, en lo que yo creo y en lo que a mí me gusta.
Este tipo de terapia ofrece muchas posibilidades por lo tanto permite una amplia carrera para dedicarte a esta técnica y ayudar a todas las personas posibles.
Nunca dejas de formarte. Aunque te especialices en alguna etapa evolutiva en concreto, esta disciplina te abre muchas posibilidades de formarte. Nunca dejas de aprender y eso te enriquece mucho.
Ariadna Torreblanca y Anaïs Martínez
Psicólogas. Especialistas en Terapia Psicomotriz
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